Levanté el brazo izquierdo
y agité la mano
como saludándote
para que vieras
dónde estaba.
Me miraste
y moviste apenas
la cabeza.
Te sonreí.
Insistí en sonreírte.
Pero nada de alegría había en mí.
Pudiera ser
que este gesto
tenga que repetirlo
pronto
para decirte adiós.
© María Del Carmen
Marengo
Triste, ejemplificador y bello. Gracias ayuda. Marta Comelli
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