-Camalote.
Los ojos
atravesados por la noche
llegaban desde el otro lado del río,
con sus ropajes oscuros,
su aroma a tierra húmeda.
Quién pudiera decir
si es hombre o mujer.
Quién pudiera decir
si vale decirlo.
¿Tal vez una sombra?
Pero las sombras
No tienen ese andar…
ese aire a camalote
y niebla por la mañana.
La Luna se vuelve sobre sí
y es un remanso
el barro en sus pies.
Sus pies,
ahora, sobre una ciudad
que mira siempre afuera,
siempre gris…
© Darío Würtz Paiva
Muchas gracias por compartir tan lindo trabajo. Saludos. Jesús
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Abrazo
EliminarFelicitaciones Darío muy bello
ResponderEliminarMuchas gracias. Abrazo
EliminarSiento cada uno de tus versos. Un grande, Darío.
ResponderEliminarGracias por la lectura. Aprovecha que este blog está lleno de belleza. Abrazo
EliminarExcelente, Darío, como siempre. (Marita)
ResponderEliminarGracias Marita. Es más fácil encontrarnxs por acá que en el barrio 😁. Abrazo
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