El exilio me había convertido en una mosquita muerta.
Espía
La muerte se fue a dormir,
está soñando conmigo.
Soy su espía.
Puedo ver dentro de su árbol.
Puedo ver las preguntas que cuelgan de sus
ramas
llegando a su cama.
—¿Comes? ¿Respiras?
La muerte quiere el abismo después de un
beso.
La duda no retornable
sobre el derecho a vivir.
Camino por sus sábanas llevando el misil de
mi dolor.
Me prometo ser una reina de belleza.
Diría la verdad.
Diría que quiero la paz mundial.
Pero yo, la soñada por la muerte,
seré otra vez…
El ángel que no reconoceré.
© Blanca Lema
Creo que oníricamente sucede eso que tan justo mencionas y poetizas en tu texto. Gracias Blanca, Alfredo Lemon
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