guardo un tesoro en un tiesto de barro
colgado de la urbana reja del balcón
son raíces de junquillos silvestres
medrando en un terrón de tierra pampeana
al promediar el invierno, cada año,
asoman verdes puntitas
que se convertirán en alegre cabellera
cimbreante.
y sobre ella, delicados plumerillos claros
que, casi en primavera, constelan
como estrellas blancas, celestes, azuladas,
la repoblada cabeza de maceta.
ese ramo sencillo y eficaz,
puntual e inequívoco,
enciende en mi pecho la gratitud
por lo cabal.
© Graciela Perosio
Absoluta belleza.
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