Olí a mi hijo cada vez que nació,
quien haya olido a un hijo
se hunde en su cuerpo hasta esperarlo
cuatro veces lo vi nacer y yo
que solo había escrito recetas de cocina
panfletos horóscopos
me entró como sable de faquir por la nariz
el lento caracol del universo
y tembló
nacía cada vez nacía
en la penumbra de la habitación me acercaba
en puntas de pie
y a milímetros de su carita dormida olía su
cuerpo
su respiración
quien no haya olido a un hijo
saque urgente un boleto
al campo al mar a la montaña al
supermercado casa de cambio templo obrador
o donde crea que encuentre a la esperanza
intimídela
sedúzcala
móntela con honestidad sin temor
y al cabo de algún tiempo
huela el fruto concebido en ella
olerá como mi hijo
el timón de la carne
la celebración de un verbo sucedido
el útero tibio y recuperado al fin
el poderoso amor
la
sed.
© Fabio Cardarelli
Poemazo. Grazie caro Fabio. Alfredo Lemon
ResponderEliminarMuchas gracias Alfredo...
EliminarExcelente.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
ResponderEliminarMaravilla de poema, Fabio querido. Muy bello. Fabiana León
ResponderEliminarHondo poema Fabio. Entrañable. Visceral. Gracias...
ResponderEliminartanta fuerza empujando la vida, Fabio. Qué necesario tu poema.
ResponderEliminarGracias
claudia
Mi corazón agradece tan lindos comentarios...abrazos
ResponderEliminarTan hermoso y conmovedor
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