La muñeca
Esa muñeca,
la frágil,
la cara.
¿Te acordás?
La que repetía lo que le dijeras
si le apretabas bien fuerte
el brazo
una y otra vez.
¡Esa!
La que escondías en el fondo de la valija
cuando ibas a la escuela
y siempre
te
olvidabas de sacarla.
La que
llevabas a la plaza
y hundías en el arenero
porque
a ella le daba risa
verte hacer castillos
con un baldecito y una pala.
Y le dabas de comer en la boca
cucharaditas de témpera con agua
o bolitas de plastilina,
porque aunque fuese tan única
tenía que aprender que en casa
se come lo que hay.
La que revoleabas por la habitación
cuando
quería volar,
y también
la
atabas con cinta a la silla
para que se quedara quieta
por fin, será de Dios, ¡atrevida!
Y bañabas con la ollita de agua
hirviendo
para matarle los piojos
que se le puedan haber pegado
en tanto viaje de ida
o de vuelta.
La que no podía decir
otras palabras,
ni siquiera su propio nombre.
¡Esa!
La fallada,
la rota de una vez por todas.
La que está en el estante,
en una bolsa
detrás de esos libros.
¿Te acordás?
© Carolina Brieux Olivera
¡Qué hermoso poema!
ResponderEliminarMuy agradecida por tu lectura y valoración!
EliminarOtra vez me siento muy distinguida y honrada en tu espacio, querido Gustavo. Un honor tu publicación. Gracias siempre. Este poema es muy querido para mi. Abrazo fuerte.
ResponderEliminarQue hermoso poema
ResponderEliminarMuchísimas gracias!
EliminarMuy bello tu poema Caro ❤️🦋 Graciela Ballesteros
ResponderEliminarMil gracias Grace querida!
EliminarBellísimo!!! Felicitaciones
ResponderEliminarMil gracias!!!
ResponderEliminarMe duele ese poema ¡¿P0R QUÈ ?
ResponderEliminarGracias por tu sensible lectura
EliminarMagnífica y sutil la nostalgia que trasmite tu poema Carolina. Más que justa la ilustración de Gustavo. Alfredo Lemon
ResponderEliminarMuy honrada Alfredo por tu dedicada devolución y lectura. Es verdad, la ilustración de Gustavo es certera y bella.
EliminarMil gracias por tu tiempo y la delicadeza. Abrazo.
Qué linda es la poesía de Carolina. Lo leí en voz alta para recordarlo siempre. Un abrazo.
ResponderEliminarMil gracias Jorge. Un gran honor tu sensible y delicada lectura, y sobre todo, que lo recuerdes siempre. Otro abrazo para vos.
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