Páginas

18/11/22

Poema de Ana Gervasio

  


APENAS EL FULGOR

 

mientras mi madre apoya las manos en su falda

afuera arde el cielo de luces amarillas

y en su pequeña habitación

atiborrada de adornos inservibles

el fuego de la estufa amenaza

 con abrasar su corazón

 

en el ropero, quietos,

sus antiguos vestidos del amor

resisten el mudo desamparo

como una rama azotada por el viento

 

[la miro mientras habla

y me acuerdo de su último cumpleaños:

se reía como una niña

porque la velita que soplaba

volvía a encenderse una y otra vez]

 

las manos en su falda se vuelven

un largo camino transparente

una espiral por donde mis pequeños pasos

regresaban con el pan de la mañana

mientras ella esperaba en la esquina

como un faro, destino de la travesía.

 

© Ana Gervasio

4 comentarios:

  1. Ayy Anita! Belleza. Gracias. Jime Cano

    ResponderEliminar
  2. Lo particular de quién fue anterior a nuestras flores. Abrazos 💕

    ResponderEliminar
  3. Siempre desde tus versos asoma una belleza sutil y tierna que dan brillo y magia a tu poesía. Gracias Ana. Alfredo Lemon

    ResponderEliminar