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7/10/22

Poema de Hugo Echagüe

  


CUERPOS

 

Los cuerpos desnudos tienen algo que nos habla

como una mañana o una voz en el aire vacío.

Aprendiendo la desmesura de su entrega,

lo abiertos que están, a vos, a mí, al viento.

Nada piden. Entregan el anuncio de lo imposible

que señalan con gestos y torsiones que hieren el aire.

Muestran un ansia de perdurar

en su gloria perdida y de nuevo ganada.

Como en las figuras de Caravaggio;

de Lucien Freud.

Los cuerpos en otoño, en invierno,

no tienen edad.

 

En la noche de la niebla

otros cuerpos. Nosotros

llegando

hundiéndose uno en el otro

aferrados uno a otro, dolorosamente

hendidos entre sí

torciéndose dan vueltas en la noche del ansia

quieren la perfección en las ruinas

de su deseo de ser piedra

cerrada en sí misma.

 

Los dos, amor en deuda y llaga

agarrados a un grito un goce sin espesor,

rezan al ángel del dolor en cada plaza.

Miran su mano detenida en el espacio

lenta piedra que se mueve

Y esperan, atados entre sí

como caídos devastadoramente

uno en otro, llorando el deseo

de buscarse, decir, gritar

su querer devenido ahora;

derramado en su sangre que sigue e insiste

y quiere sólo a su mismo

deseo de ser figura detenida

en su espacio, en su lugar

en esta vez que vuelve

como ayer, como hoy,

en la alucinación

del continuar

aferrados sostenidos

entre sí. Los estás viendo

como aquella mañana en el

palacio de verano de la reina

amada y destrozada,

continúan, siguen,

hasta el desmayo.

 

Una alegría feroz

desconocida

los sostiene.

 

© Hugo Echagüe

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