Aquí habla el luto en las ventanas del
invierno:
es el hocico invisible en el silencio de
los muebles,
la boca abierta del espanto en la humedad
de julio.
Provengo de la geografía de un rostro
ausente:
vi sábanas quebradas (eran las sábanas sin
sangre).
Era la memoria de dos cuerpos que nunca
se tocaron.
Ésa es la desposesión de lo divino, lo
mortal,
lo más humano:
la soledad y una ciudad sin partituras:
el grano de lo indigno, el estigma, el
error, la culpa.
© Mario Doldán
Fotografía de Horacio Farroni
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