BONZO
Oído, óyeme, a través de esta ranura.
El silencio transcurre apretado entre
nosotros
la fiebre ha ganado mi axila. He ascendido
por la ladera este. Los ecos del hambre se
dejan oír
pero el fuego nos alimenta, nos convierte a
su fe.
El sentido del pecado se disgrega en mi
oído.
¿Cuándo podré saber de mí mientras siga
ascendiendo?
Ascender y arder son destinos santos.
¿Me oyes? Es la voz de un testigo ocular
que testimonia bajo presión de un viejo
anhelo.
¿Por qué seguir sujeto al acero
de estos elásticos ensalivados?
El mundo no es un ashram ni yo un
vedantino.
La experiencia del ojo descree de la
palabra.
Lo que te angustia naufraga en un vaso de
agua
en el abismo de tu caída como sentido
de toda iniciación.
Mi oído discierne en el aturdimiento
a través de esta ranura, en el rumor del
fuego
en las cenizas de la seda y el gusano.
© Luis Bacigalupo
Hola Luis, tus poemas son buenísimos. Qué gusto leerte.
ResponderEliminarUn abrazo grandote
susana