QUÉ TERNURA, SUS MANOS
algo de aquella tarde
cuelga en la ropa de los placares
un eco mínimo se aferra al desconcierto
de esas pequeñas flores recién cortadas
y grita, silencioso, en la sombra
que astilla los tarritos de especias, en la
alacena.
algo no se fue del todo. algo quedó.
algo renace en las persianas.
en el óxido persistente de los estantes.
(qué pena su mirada lastimando diciembre,
qué
ternura, sus manos.
su gesto de pedir perdón.
su tez de pájaro quebrándose en el viento)
en la mancha del espejo,
en las cerezas muertas del mantel,
todavía gime, acurrucado,
aquel rumor a nido rompiéndose en el aire.
© Ana Gervasio
Me gustó mucho,Ana.
ResponderEliminarAna :es tan dulce y profunda tu poesía !
ResponderEliminarGracias por el deleite q me produce leerla !
Qué hermoso. Gina E.
ResponderEliminarMuy bello, Ana! Beso!
ResponderEliminarSe esparce la ternura y el dolor suave de una pérdida. Abrazo, Inés Legarreta
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