Destino
No sé bien si alguna vez lo dije. /
Pretendo ser poeta / o al menos /
sencillo escribidor, / porque no tuve
otra salida. / Ahora les explico.
Mi viejo fue poeta / aunque nunca escribió
/ ni siquiera / un verso huérfano .
/ Para él, la poesía / era un ondear / de pendones celestes / en las
húmedas almenas / de sus ojos, / un par
de mates / y los codos apoyados / en la mesa de madera / fuerte y noble, / un
tango musitado quedamente / y un elocuente silencio / preñado de palabras
inasibles.
Mi madre, por su parte, / amamantó mi carne
/ con la mágica leche / de los sueños / y me enseñó el arte / de parir
metáforas sencillas / con su extenso catálogo / de milagros cotidianos / y su
sonrisa esperanzada.
Ya lo ven, amigos míos, / devine escribidor
/ porque no tuve otra salida.
© Daniel Tomás
Quintana
ResponderEliminarTu poesía está llena de lugares que reconozco y me gusta verme en lo que decis. En parte estoy ahí, en tus conjeturas.
Lily Chavez
Con ese padre y esa madre, fructificaste como un escribidor fecundo, un animal empalabrado. Abrazo grande, Alfredo Lemon
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