No quiero que esto se acabe nunca,
le dije a Robin, en medio de la noche
festiva, como si fuera posible algún
reclamo. Y él, mientras se quitaba la
remera
me preguntó: ¿Nunca? ¿Ni siquiera
una acabadita? ¿el mínimo temblor de unos
huesos?
¿Ni por asomo? Y me guiñaba un ojo
y se sonreía. El antifaz y las medias
y el bóxer desparramados por el suelo. Y
era
escucharlo decir esto –la voz guarra e
infantil–
y era como caer adentro de un goce
que no acababa nunca. Como si una palabra
llevara a otra palabra, un sueño a otro
sueño. Me sacó
de la red del tiempo. Me sacó o me metió,
no
logro precisarlo. Más gemía y más me
entraba,
más me sacaba. No sé cómo explicarlo. Era
el amor compartido. Era el acabose.
© Osvaldo Bossi
Potente poema de amor. Contundencia erótica en la palabra de Bossi. Alfredo Lemon
ResponderEliminarMuy bueno.
ResponderEliminarMaria Gabriela Micolaucich.