Cuando caes,
Dédalo
te entrega sus alas.
Tu alma asciende,
Ícaro lo sabe.
Despliega el tiempo,
se alza
en tu vuelo.
Te persigue,
se descuida tanto,
que en un movimiento siniestro,
con un frenesí poderoso,
el sol derrite
su cuerpo.
Demasiado
tarde.
En su caída,
vos te liberas
y llegas
al centro.
© Marilyn Zumbo
Increíble me encantó
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