Las amigas de mi abuela
Íbamos a verlas
los días de los muertos,
cuando la muerte no dolía.
Mi madre (que era hermosa y usaba
tacos altos) nos llevaba de la mano,
se pintaba la boca. Hablaban piamontés,
la palabra cerrada en la garganta a gritos.
Nos ponían vestiditos blancos de piqué
y volvíamos con olor a gladiolos,
a margaritas. Tenían una casa oscura
las amigas de mi abuela, y el tamaño
de un hombre. Ellos en cambio
eran flacos, frágiles como niñas:
se llamaban Geppo,Vigü,
Gennio, Chiquinot.
© María Teresa
Andruetto
Hermosa foto de la infancia!Abrazo
ResponderEliminarHermoso poema. Gracias.
ResponderEliminarMe encantó. Esos nombres con cadencia piamontesa... la lírica de las casas de otro tiempo-otro mundo.
ResponderEliminarMe recuerda a mis tías, hermanas de mi papá... hablaban en Piamontés cuando querían decir algo que no debía llegar a los niños. A veces cantaban alguna canción " cuesta noche stamo di farra, cu lo violine, cu la guitarras" (así los escuchaba yo).
Abrazo.
Verónica M. Capellino Rando
Hermoso me trajo la casa de mis abuelos piamonteses. Gracias
ResponderEliminarUn abrazo Graciela Barbero