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28/5/22

Poema de Estela Zanlungo

  


El descampado 

 

Todos queríamos tener el fuego:

igual que en la primera mañana,

subía como después del roce de dos piedras.

 

Cuando toqué la lumbrecon un palito seco

me puse a arder en lo más alto de la pira.

 

¿Será por eso que de noche

se mojaban las sábanas?

Yo dejaba caer el camisón

me dormía desnuda

culpable de haber entrado en la fogata

por los ojos.

 

Esa noción del riesgo, desde

la idea del inicio hasta la brasa roja,

donde quemábamos batatas

la noche de San Juan.

 

© Estela Zanlungo

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