Broncoespasmo
Mi hija tiene un mundo aparte,
lleva países recortados en la espalda,
la negación del suyo, incluido su
lenguaje.
Cuando era un bebé, solo reía,
madera pivotante y pasto verde,
cantándole a los animales como si los
prefiriera
por sobre las personas.
En la adolescencia quería parecerse a mí,
le enseñé a plancharse el pelo con
cuidado
de no quemarlo. Usaba mi ropa y comía
grandes cantidades de cereal mientras
escribía
nombres propios en la superficie de un
cráneo
que compartía con sus compañeros de
estudio.
Algunas noches, la soledad o el vacío
llegaban a mí con rumor de broncoespasmo.
Yo la abrazaba, apoyaba mi mano en el vapor
de su garganta, algo intangible en el abandono
del aire entre los pequeños dientes
como barcos en la deriva del ahogo.
¿Cómo vas a comprenderla si ni siquiera
comprendés la vida?, le respondió
Confucio
a Chi-lu cuando quiso preguntar sobre la
muerte.
© Roxana Palacios
Hermosamente profundo, Ro!! Beso grande! María Cecilia Piscitelli.
ResponderEliminargracias, Ceci querida❤️
EliminarDavid Sorbille dijo...
ResponderEliminarMagnífico poema!! Un abrazo
gracias, Dave!
EliminarMuy bello; Ro!! Gracias! Jime Cano
ResponderEliminargracias, Jime querida🙏
EliminarMuy bello y sentido!!! Abrazo enorme ��
ResponderEliminargracias, Nieves!🙏
EliminarBello y tan humano que conmueve.
ResponderEliminarmuchas gracias!🙏
EliminarY esta manera de decir tan tuya y profunda…una vez más me quedo en el poema. Gra Bucci
ResponderEliminarTremendo poema. Tremendo.
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