Sueños donde
nos persigue una
sombra inmensa autoritaria.
Donde no podemos pedir
ni disponer de un espacio cómodo.
Oscura y humillada
la olla de barro
quebrada en añicos.
El violoncelo, en cambio,
tiene una voz que se expande
recorre, libre, el mundo
de los árboles.
© Gloria Arcuschin
Qué fuerte esa sombra inmensa autoritaria.
ResponderEliminarY todo el poema. Por suerte también el violonocelo. Abrazo!!
Gracias por tu aguda lectura del poema, Susana! Por suerte también el violoncelo liberador y algunas otras creaciones humanas! Abrazos!!!
EliminarGracias siempre querido Gustavo por ésta bella edición del poema, que intenta destacar lo bueno del arte para la vida!!!! Abrazos!
ResponderEliminarLa sublime expansión sonora del violoncelo derrumba a toda sombra funesta!
ResponderEliminarBello y hondo poema!
ResponderEliminarPatricia Alonso.