El llanto ahogado desde el fondo del pozo
el niño
abajo
los pies mojados
pegados al suelo invisible bajo el agua
sus ojos enormes de ciervo
el miedo pálido descansando en su frente
como un pájaro muerto
la cara sucia
las piernas astilladas
manos blandas inútiles
no podrá trepar
la humedad impregna las piedras gastadas
resbalosas planas
ramas muertas reblandecidas
desechos vivos
sapos
croan
el niño
llora
un llanto triste ahogado silencio
suspiros agitados rebotan en las paredes
curvas
un tubo hasta la luz del bosque de pájaros
arriba
rebotan y desaparecen
distancia hundida
en la soledad
el niño no reza
no sabe
no sabe madre
no sabe mundo
solo sombras o algas
solo un sueño que insiste
en pesadumbre
una consistencia verdeoscura
algas delante de los ojos
nublando la vista
el hambre voraz
el niño no piensa
el hambre es un movimiento rápido
la mano sobre el insecto de múltiples patas
en un instante en la boca
triturar tragar crecer
el niño come insectos rápidos
su panza se llena de eso
de patas múltiples en la penumbra
el niño alimentado del moho
de insectos de patas de agua negra
de penumbra de soledad
el niño no piensa
siente
el sueño el hambre
el cansancio en los huesos
siente el frío húmedo penetrando
dolores sordos
siente
un impulso vital
hacia afuera
crece
hacia arriba
crece
hacia adentro
crece el niño como un animal solitario
igual a un pez
o un huevo fecundado en el fondo del mar
absorbiendo nutrientes escondidos
en el agua negra
en el fondo del pozo
en la penumbra
en la soledad
© Eugenia Coiro
Muy bueno Eugenia. Siento tu poema como un requiem por Ryan. Gracias! Alfredo Lemon desde Córdoba
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