MBYÁ CANTA
a Martín Raninqueo
La guitarra despojada
de algunas cuerdas
no le impide elevar
desde el suelo
cosas en guaraní
intangibles y dulces.
Tiene algo de pájaro
este hombre menudo
venido del monte.
La mirada perdida por momentos
hace foco en quien se acerca
a dejarle una ofrenda,
pero no para de cantar.
Al terminar, nos mira y nos regala
dos caramelos de miel de su rostro.
A kilómetros de aquí
me veo diminuto, preocupado
por corregir y publicar.
Pero antes de seguir
él barre el aire con la vista,
me sonríe y hace foco en mí.
Como un faro.
© Diego E. Suárez
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