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4/3/22

Poema de Daniel Rafalovich

 


Nombrarlo es perderlo.

Pero queda firme aquí,

decadente reyezuelo,

espejismo de nada.

Oscila eternamente,

propone nuevos juegos.

Su lava se expande,

(ofrenda al aire)

por mis valles.

Deshoja calendarios,

hace saltar las cuerdas

de los cronómetros.

Finalmente,

en la estación del buen tiempo

queda en el limo

su nombre, garabateado

junto a una trenza

de cabellos de medusa.

 

© Daniel Rafalovich

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