Muerte a crecer
El mar teje el tiempo dorado por el sol o
las olas,
envolviendo azules en la orilla de playa.
Una niña jugaba
en el círculo de espuma que se abría
en dos.
Es el viento o la bruma que agitan
sus sueños de olas gigantescas,
de castillos de arena que vienen de Asia.
Un balde y una pala hacían de anzuelo.
Y el cielo o se esconde o se divierte.
Vertical, como el padre que estaba.
Y eso que está un poco encorvado,
sufre de mareos
y hasta peina canas.
Y no quiere crecer. Y moriría por eso.
¡Si no como se explica una hija tan linda!
Cómo le gustaría congelar el tiempo,
y hundirse de una con ella en la playa.
Detener el cielo.
Acercar el oído a un caracol y el caracol
al agua.
Y escuchar océanos,
enjambres de peces,
ballenas gigantes
y por qué no canguros
y hasta incluso jirafas.
Como cuando éramos chicos y nos
conformábamos con poco. O imaginábamos todo.
Cuando un pozo de playa nos llevaba hasta
Australia.
© Juan Botana
Qué hémoso poema! Silvia Durruty
ResponderEliminarEs la primera vez que leo este blog, llamó mi atención el título del poema... y me encontré con los versos más hermosos, no se como expresar lo que siento... gracias por escribir con el Alma.
ResponderEliminarCuàntas imágenes!!!
ResponderEliminarBello!
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