El mar vence. Deslíe todo rastro humano y hecho nada lo engulle detrás de la rompiente.
Miro desde esta casa y todo no es más que una boca negra bramante como un toro moribundo. El agua también se llevó mis huellas de esta tarde, humedad de mi piel, algún cabello mío.
Voy habitando de a poco, entre peces, el
golfo de mi cuna en las corrientes. Allí está el puerto. Y nadie pide, nadie
muerde, nadie ama, nadie mata, nadie muere.
© Virginia Segret
Mouro
Hermoso y emotivo, Virginia, ese mar que todo lo puede. Me gustó mucho lo que desplegás, tan bellamente.
ResponderEliminarCristian Jesús Gentile
Bello bello bello
ResponderEliminarProfundo y conmovedor
ResponderEliminarAbrazos