La siesta
quebró los sellos de ojos aterrados
en la emergencia de Enero.
Tan sólo el olor fuerte de los cueros estaqueados,
y la quietud de la gacela ante el acecho
del puma.
Nadie ese día… nadie
desde entonces, desde siempre, nadie.
como los
nadies que encañonan praderas
como los
nadies que vomitan el
consuelo inalcanzable.
Nadie para ver la deslizada humedad parecida al espanto
Nadie del cielo o de la tierra
Nadie de los cuentos o la magia
Nadie y la quietud de la muñeca, infinita testigo
ante la azul presión en cada pliegue.
Tan sólo tinta de olvido el silencio
el grito espasmódico, el ardor del río
dulce de la sangre
la perplejidad agazapada del llanto.
© Susana Lobo Mayorga
Muy buen poema. Cuántas imágenes tan bien logradas.
ResponderEliminarEl doloroso y cruel olor del recuerdo.
ResponderEliminarNadie y la quietud de la muñeca. Nadie.
Visceral.
Excelente 👏👏👏👏
ResponderEliminarImpecable hasta el dolor dela ausencia.
ResponderEliminarExcelente poema , conmovedor Abrazos Susana
ResponderEliminarBellísimo poema.
ResponderEliminarFelicitaciones Susana! Beatriz Schaefer Peña
ResponderEliminarMuy buen poema, Susana. Abrazos. Edda Sartori
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