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2/1/22

Poema de Susana Lobo Mayorga

  


La siesta   quebró los sellos de ojos aterrados

en la emergencia de Enero.   

Tan sólo el olor fuerte de  los cueros estaqueados,  

y la quietud de la gacela ante el acecho del puma.

Nadie ese día… nadie 

desde entonces, desde siempre, nadie.

como los  nadies que encañonan praderas

como los  nadies que vomitan  el consuelo  inalcanzable.

Nadie para ver la deslizada humedad  parecida al espanto 

Nadie del cielo o de la tierra

Nadie de los cuentos o  la magia

Nadie y la quietud de la  muñeca, infinita testigo 

ante la azul presión en cada pliegue. 

                                                

Tan sólo tinta de olvido el silencio

el grito espasmódico, el ardor del río dulce de la sangre

la perplejidad agazapada del llanto.

 

© Susana Lobo Mayorga

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