La perla del día
para Cori
Liszt era la magia
los dedos veloces del pianista.
Detrás de las esquinas del piano de cola
pasaban otras tardes:
amarillas, a la hora de la práctica diaria
–mis pies tocaban apenas el pedal
de nuestro Üebel&Lechleiter.
La mano abierta, más de lo posible
en el rodeo de la octava–.
Demolía
el timbre del sonido
la pátina opaca
de rutinas también diarias
que nada ofrecían.
Maduraba
en lo tibio del acorde
una blanda superficie de amapolas.
Atraíamos
el oriente de la perla:
su destello en lo oscuro.
© Marta Ortiz
muy bueno. susana zazzetti
ResponderEliminarMe gustó mucho, saludos.
ResponderEliminarAnahí Duzevich Bezoz
Sutil. Me encantó.
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