V.
Todo comenzó en la oscuridad
la estrepitosa caída del imán
y las astillas que quedaron sobre la
baldosa de la cocina.
Lo que siguió a tu rugido
fue ejercicio de buenos modales:
acariciar la gata
ofrecerme un té.
Subterráneo, el temblor
suave no cesó hasta despertar
al demonio que habita en los arenales.
© Laura Fuksman
Un poema profundo!
ResponderEliminarBesosss