La rabia
Es domingo y la plaza
comienza a ser abandonada.
Una sombra se proyecta en la pared,
descuelga
la
ropa estirada, anuncia:
algo imperdible está pasando afuera.
Unos chicos pican la pelota contra un
paredón
se resisten a la oscuridad. Van y vienen
con ritmo constante
sin aquietar el juego:
nadie puede sacarles la rabia,
esa idea salvaje de los ojos.
© Flor Defelippe
Los domingos, sus rituales y lo que subyace
ResponderEliminarAbrazo, Inés Legarreta.
Muy bueno!!
ResponderEliminarBesosss
Los atardeceres de domingo tienen esa nostalgia o rabia del fin del juego.
ResponderEliminarGraciela Barbero