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6/10/21

Texto de Silvina Vuckovic

 


HEREDAD

Awka llamó el inca al suelo del indómito, awka, dice, el enemigo que bautiza y entonces awka, el indómito al tehuelche. Araucania nombran desde el otro ojo, entonces Araucania es lo salvaje. Pero antes, che, antes, gente,  antes del siglo XVIII eran reche, hombre verdadero y no había índices señalando filos. Gente, de quién es la tierra.

Che, de quién es la mapu.  El papel da posesión. La mapu grita esclavitud. La mapu

entierra lágrimas y riega, con ellas y con sangre, la estepa. Se seca la humedad del aire bélico con el aliento de los nombres y los cartos. Se seca la piel, se dispersa

el espíritu del estado natural. Y nos llamamos como nos llaman. Y los nombres nos recrean, nos naufragan en mares o desiertos  de piedra. 

La mapu no era nuestra cuando no había nosotros, cuando la mapu no era mapu, ni tierra ni palabra.

La mapu no era, no era

porque parece que la realidad nace con che,  con gente. La palabra trae la vida a la boca. Y de la boca se caen el honor y las verdades. Verdad que nace en la raíz del suelo no da brotes que puedan arrancarse.

De quién es la tierra, gente.

De quién es la mapu, che.

Dónde, hoy, es un dolor y un miedo, un por catalán,  una bandera rasgada una ausencia presente, que aturde.

 

A Pérez de Aldana, las maldonadas flores de lis lo nombraron estigma de una lucha de honor que no calla.

Dónde, hoy, es el nombre de aquello que nombramos y no de aquello con lo que nos bautizan.  Dónde, dónde, dónde.


© Silvina Vuckovic


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