Como escudo de atávicos cantos
el río parte un murallón de manos.
Antiguos gritos llegan
en un hervor de furia
desde las raíces anudadas de los árboles.
La Tierra cobra deudas atrasadas.
Nada queda,
tan sólo barro y muerte para empezar de
nuevo.
© Susana Lobo Mayorga
gracias Gustavo
ResponderEliminarTremendo poema.
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