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7/10/21

Poema de Lydia Helander

 


CHICHA DE RUIBARBO


Cuando yo era chica

mamá cocinaba

el ruibarbo,

una planta de tallos rojos,

parecida a la remolacha

con hojas más anchas

que mi mano

y radiantes nervaduras

de color avinagrado.

Ella hacía chicha,

la bebida tradicional

-según dicen,

de los pueblos incaicos

quienes la elaboraban

fermentando maíz,

aunque en el sur patagónico

se da mejor el ruibarbo.

 Mamá había aprendido

con sus amigos chilotes

de Gregores

a utilizar tallos y hojas

para preparar

mermeladas y compotas

de sabor agridulce

que esparcían aromas

a canela y azúcar

y se servían en la mesa

de lunes a sábado  

 

Los domingos mamá

cambiaba el menú

por dulce de leche casero

para los más chicos,

-lo comíamos todavía

tibio,

y ponía una jarra de chicha

espumosa

para los grandes.

 

Aunque éramos pequeñas,

 mi hermana y yo

 brindábamos en secreto

con los restos de chicha

que quedaba en los vasos

 y decíamos “skäll”

-a la sueca,

como viéramos a nuestros padres.

 

Después se nos aflojaban

las piernas,

 nos íbamos a dormir

y mamá nos arropaba

mientras en el silencio

de la estepa

sólo escuchábamos

interminable,

el rugido del viento.

 

© Lydia Helander

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