EL HIJO
¿Qué escarcha, qué desconsuelo nos moja
si no podemos inventar el agua ni alumbrar
al hijo?
¿Qué maldición empoza este cansancio
si en la espera se agrieta la esperanza?
El hijo se despierta como un barco de
juguete
improvisa cruceros
y se hunde en nuestra almohada
como un navío atacado por piratas.
Pero nada es cierto.
Es que no alcanzan las palabras para
nombrar su ausencia.
Es que tenemos las manos trizadas como
vidrios
después de intentar vanamente acariciarlo.
Es que sufrimos la porfía de los besos
que aún se obstinan en limpiar su frente.
Perdimos la cordura
y padecemos su imposible rostro.
Y lo llamamos cuando nadie escucha
y arrullamos su descanso cuando nadie
duerme
y le cantamos nanas al desierto.
Como una flor expuesta al desvarío
habla el hijo.
Como una hiedra en la hendidura del asombro
crece el hijo.
Como una bendición en los umbrales de la
aurora
duerme el hijo.
El hijo
que no podemos
darnos.
© Daniel Ruiz Rubini
Impactante poema Daniel! Felcitaciones. Silvia Durruty (Sil Susana)
ResponderEliminarExcelente Dani!!!!
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