El caos
perdurable
El tercer
color de la escalera
reside en
lo perdurable del caos
que se
inicia verde y acaba enrojeciendo
el descenso
del extranjero
que no
recuerda nada igual a la escalera
que no opta
por recordarse a sí misma
como el
destino en los pasos del exiliado.
Afuera el
viento rasga sombras de antiguas compañías
o conduce
los últimos gritos del día.
Serán mis
ojos la repetición de esa puerta
o del
viento que anticipa el ave frenética de mis manos.
Muy cerca
de un cielo de antenas, los extranjeros
miran las
próximas puertas, el escudo de enfrente
las
penúltimas cornisas, los nuevos pájaros
que una
bella mujer lanza al viento.
El
extranjero que domina perfectamente el tiempo
y que ha
vencido el sueño en el recuerdo irreversible
de algún
vaso
apenas
puede notar el empeño en la reposición
de las
frutas
y no ve el
próximo descenso
o la futura
apertura en los sobres.
Los nuevos
ocupantes salen antes que
las
acariciadas palabras del espejo.
© Tomás Modesto Galán
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