El viento
fricciona
sobre la
superficie del mar,
las olas
rompen en la orilla.
A veces son
pura espuma
y mueren,
escurridizas,
entre mis
pies.
Me gusta la
inconsistencia
de este
suelo
donde
sostengo el mundo
con una
mirada.
A menudo,
hay una agitación anárquica
de los
recuerdos, es decir,
de lo
íntimo,
entonces
pronto me
desplazo,
voy y
vuelvo
arrastrando
la resaca,
llego al espacio protector
de los sueños,
me sumerjo en la casa,
en los cajones, en los huecos
de lo sagrado y la memoria,
pronuncio todas las palabras necesarias:
agua, piedra, amparo, ser.
Luego giro en dirección hacia la playa,
la cara al sol,
dócil
como una caña que no se quiebra ni se agota.
En este lugar pasan muchas cosas
y no pasa nada.
Cada tanto me pregunto
qué vendrá,
si esta vida de flujos infinitos
pudo haber comenzado aquí.
© Susana Baquero
Excelente,Susana. Abrazo. Isabel Llorca Bosco
ResponderEliminarGracias, Isabel! Un abrazo
Eliminarsi, e un poema muy bien traido, con buen ritmo, cadencioso y profundo.
ResponderEliminarWalter Mondragón
Muchas gracias.
ResponderEliminarDejás al lector en un estado de relajación y de reflexión existencial. Fluye como las olas, pero te hunde en lo profundo de las inquietudes vivenciales.
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