Disposición
El cuerpo
con la columna herida
y diversas
anomalías,
según el
paso del tiempo,
insiste en
permanecer.
Todas sus
ansias se aferran
como piedra
y espacio,
caparazón y
hueso
a la
tierra, fecunda, insegura.
No quiere
desertar de su espacio de
deseo, de continuar en sangre
y con la
belleza en sedientos ángulos,
donde anida
un lugar de aguijón y sed
en un río
incesante de formas y de espacios.
Es todavía
el afán tenaz de persistir, de volver,
a esta
tierra amada, seca y ardiente
en un día
sin noche, en el fuego blanco,
incandescente,
pura disposición y dejarse
llevar y
guiar por la sed y detenerse todavía
para
empezar de nuevo
en la
precaria eternidad de un día más.
© Hugo Echagüe
Precioso poema, Hugo
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