La otra
tormenta
Su tacto
recorre los límites
detiene el
roce
encalla en
mi ribera.
Un temblor
sublime
estremece
los andamios
y me vuelvo
nube
que se
entrega.
Entonces
truena el
amor desde las bocas
hay
tempestad de besos y jadeos.
Cae la
lluvia
inunda
se desborda
lava de a
uno los deseos.
Hay un
cansancio luminoso
después de
la tormenta
fulgurando
entre los pliegues
de la cama.
© Gladis Domínguez
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