Cotillón
infame
Cocino para
la fiesta
lejos de
los resentimientos.
Sobre la
hornalla
los
condimentos encubren
los
orígenes salvajes.
No sé con
qué hueso
adulteramos
guirnaldas
añadimos
cotillón
donde nos
falta un rostro.
Prometimos
no odiar
pronunciando
un monosílabo.
La
felicidad es una vela rapaz.
Cantamos
alrededor de la torta.
Cuidamos el
sitio del ausente.
Nos pasa en
cada cumpleaños
la no
invitada desinfla globos
arruina el
menú
demanda
atención
en grises
pormenores.
Prometimos
no odiar
pronunciando
un monosílabo.
Ahora
recojo entre el papel picado
la luz de
una golosina demediada
hacia el
basurero.
La muerte
debería ser así.
Natural y
dulce.
No puedo
limpiar
su fiel pelaje de animal
que se
mimetiza en todas las cosas.
La tristeza
no tiene antídoto.
La ira es un
gato montés
amaestrado.
Y
prometimos no odiar
pronunciando
un monosílabo.
Un pequeño
vocablo
sostiene el
peso de la diferencia.
© Claudia Tejeda
Ah poeta... si la muerte fuera natural y dulce... gracias
ResponderEliminarPotente, el poema grita el dolor de la ausencia. Te abrazo grande. Alfredo Lemon
ResponderEliminarUn poema que parece jugar, pero no juega. Registra la condición humana y entreteje los porque que tantas veces no tienen respuesta.
ResponderEliminarSusana Giraudo
Conmovedor!
ResponderEliminarSusana Giraudo
Siempre brillante Claudia. Celebro tu poesía
ResponderEliminarHola Claudia, gracias, gran poema. La vida transcurre, el dolor es un pequeño golpe siempre allí. Si la vida sigue. Abrazos.m.comelli
ResponderEliminarun poema de gran dolor y belleza, gracias
ResponderEliminarSilvia Loustau
Excelente Claudia , conmueve esa manifestación de amor sobre el odio
ResponderEliminarBelleza, dolor, rabia, que se ocultan en un aparente festejo.Es el arte de decir sin decir, de dejarnos pensativos antes esas atmósferas que crea Claudia con tanto talento.
ResponderEliminarUn abrazo
Juany Rojas