UN SILENCIO
PERFECTO
nada sana
una herida.
ni aquel
sombrero rojo,
ni esa
muñeca sin brazos de ojos azules,
ni las
luces alegres al costado de la almohada,
ni los
fuegos de artificio
que
encendían colores ardiendo como estrellas.
no sana una
herida este paisaje imposible,
ni este
desván de espejos rotos.
no sana una
herida esta plegaria triste de ángeles quietos
ni el
sonido de la hierba creciendo en esplendor
detrás del
muro donde se inmolaba el mundo
yo vi su
exilio antes del hastío.
sus ojos
aferrados a una sombra
que
crecía hasta el origen de los nombres.
y vi el
asombro en aquel gesto de luto de las nubes.
un aullido
mudo en la tormenta,
en la
flamante lluvia oscura: un silencio perfecto.
así fueron,
después, todos los abandonos.
© Ana Gervasio
Música y coloridas emociones en las imágenes precisas de tu poema. Gracias Ana! Alfredo Lemon
ResponderEliminarcuánta potencia interior en tu decir, ana, y un final tan bello, tan interno, tan justo! susana zazzetti
ResponderEliminarUno de los poemas más bellos y conmovedores. Gracias,Anita!
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