Algunas
tardes,
con la
lejana parsimonia de quien toma té,
yo preparo
el ritual de la alegría,
porque creo
en los hábitos sencillos
como esos
que se arman sobre los manteles blancos de la abuela
y las
huellas de amor que el almidón conserva entre los pliegues.
Es
necesario conservar un protocolo
que nos
devuelva puros
a la orilla
de los jardines mansos de la infancia
y su
certeza de prolijo pasto inglés
para decir
que es tiempo
de reclamar
los frutos que sembramos.
y que no
duela
haber
perdido tanto y ser tan poco.
© Mariana Finochietto
Desde un ritual nacido en la alegría, tu poema nos convida una reflexión luminosa y profunda: "y que no duela haber perdido tanto y ser tan poco". Gracias! Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarpoema sumamente sentido. adhiero y me siento invitada. susana zazzetti
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