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17/6/21

Poema de Eduardo Alberto Planas

 



Cuando desperté

vi que ella estaba ahí

como esperando que no lo hiciera.

No hubo sorpresa ni nada

solo que ella estaba ahí

y debía saberlo.

Puso su mano en la boca

y despacio empezó a sacarlo.

Todo va a estar bien, me dijo.

Pasaban los más queridos

por el espejo deforme

como sombras de lo que eran.

Algunos asentían, otros no.

No hay conciencia en la negrura

solo eso.

Por doce horas

el corazón estuvo en tránsito.

No hay nada que no duela nada

y los hierros parecen asfixiar.

La piel se agrieta en sus bordes

cortada por una navaja desafilada.

 

© Eduardo Alberto Planas

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