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11/5/21

Poema de Noelia Palma

 


La lluvia se contoneaba como el cuerpo de Cristo.

Le hizo una seña al fantasma de los abedules,

lo ató a su hueso.

Las colas de las ratas brillaban

al entrar en las alcantarillas.

Este paisaje tristísimo no es culpa de mi amante.

Él estaba ahí. Yo estaba ahí.

Y no lo sabíamos.

 

© Noelia Palma

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