De la noche
a la mañana
El primer
signo fue la gran luna en las ramas altas:
tejían una
tela de encaje.
Después los
pájaros:
su canto
desvelado.
El alboroto
duró toda la noche.
No dormíamos
tampoco mi corazón
su arritmia
desbocada.
Algo de mí
viajaba a los orígenes
–rompía
bolsa–
oía el
empuje de los brotes
–rompían su
capullo–.
También los
pájaros viajaron.
La
caducidad del gris
el retiro
del invierno
a cuarteles de invierno.
© Marta Ortiz
Muy buen poema. Preciosas descripciones... Bravo
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