Tarde de pintura
Pinto los viejos sillones del patio
Eran de mi madre y le han sobrevivido
Seguramente también ha muerto el herrero que los hizo
Y el chofer del camión que los trajo hasta mi casa
Pero esos sillones reviven con el blanco
mi madre tantas veces me pedía
colores claros y un poco de mi tiempo
El blanco les da un aliento nuevo
Y a mí de pronto se me hace bello el mundo
Ella se ha ido pero vuelve por las tardes
En el revoltijo de pájaros del crepúsculo
Se romperá el hechizo, lo presiento
Cuando el pincel se lave en aguarrás
Y tape la lata de pintura
Estiro el tiempo por las dudas
Pinceladas lentas
Detener casi en el aire el movimiento
Llevarme esta escena dibujada
La imagen de mi madre sentada mientras pinto
Hablando
del alma secreta de las cosas
© María julia Druille
Nostagia y belleza!!
ResponderEliminarme encantó este bello cuadro de costumbre! susana zazzetti
ResponderEliminarMuchas emociones me recorrieron y si bien tengo a mi madre viva y cerca, siempre pienso que cuando parta volverá con los pájaros.
ResponderEliminarMuy bello poema. Gracias
Ciela Asad
Sí, nostalgia y recuerdos renovados en pinceladas que rozan el alma secreta de las vivencias. Bello! Alfredo Lemon desde Córdoba
ResponderEliminarbellísimo poema, María Julia,qué ternura, qué estética herramienta para recuperar lo que no está
ResponderEliminarMuy bello poema!!! Y muy bello el blanco.
ResponderEliminarAbrazo.
Tere Vaccaro
Qué bellos los recuerdos que mantiene vivos a los seres que amamos. Un abrazo Graciela Barbero
ResponderEliminarPoema cargado de saudades y belleza. Bravo!!!
ResponderEliminarQué hermosamente dicho este recuerdo! Además tiene un gran dinamismo porque te acompañamos en ese casi ritual de pintar y recordar con ternura. ¡Precioso!
ResponderEliminarBellísimo poema, esos sillones que nos sobreviven y hacen que nos recuerden en ellos. Me encantó!!!
ResponderEliminarBellísimo poema, esos sillones que nos sobreviven y hacen que nos recuerden en ellos. Me encantó!!!
ResponderEliminarQuerida María Julia:
ResponderEliminar¡¡¡ este poema me conmueve tanto!!! Sí, es lo que sentimos, cuando los objetos que eran referencia de los seres amados que se fueron nos vuelven a unir a ellos. Lo expresaste magníficamente. Duele y a la vez da alegría.
Sobre todo, nos lleva la PRESENCIA de la madre observando a la hija que pinta, compartiendo ese momento todavía con ella. Momento que tiene fin al dar la última pincelada.
¡Cuánto amor permanece más allá de la muerte!
Un beso muy grande Irene Marks
¡Qué bello poema, Maju! hay nostalgia, esperanza, deseo, aceptación, amor, recuerdos. Una belleza. ¡Bravo!
ResponderEliminarQue bonitas imagenes
ResponderEliminarPrecioso poema que restaura la presencia de la madre a través de un quehacer tan sencillo pero tan amoroso.Ese blanco y esos sillones son parte de esa herencia que no caduca, de ahí el acto casi mágico que se produce en la que pinta:traer la presencia de la ausente aunque ya no está, pero está.
ResponderEliminarUn abrazo
Juany Rojas
Muy, muy bello!!
ResponderEliminarMUY BUENO
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