En la piel
interior de la memoria
se refugian
los cuerpos.
El amor que
reemplaza la ausencia del amor,
sus objetos
perdidos,
vaga en
vicisitudes que rodean el árbol de la vida.
Así como
sucede después de los exilios
escuchamos
palabras que no estaban aquí.
La noche
espera poco de estos días
y mira con
los ojos de un niño al que le cuentan
una antigua batalla en el museo.
© José Antonio Cedrón
Muy bueno José!!!
ResponderEliminarLos recuerdos guardados como las historias del museo. Muy bueno .
ResponderEliminarUn abrazo Graciela Barbero