Rosa negra
Verla como
si perdiera
con el día
vigor y altura,
y
destejiera en su pupila
el color
bermejo
de la
primera herida;
y
comprender lo semejante
de su
sangre y la mía
cuando
comprime,
en su
corazón sin jaulas,
el canto
silencioso del rocío
y el poema
del que beben
nuestros cuerpos;
y que la vida repone a las cenizas
luz de sombra
en el útero terroso
donde su
raíz todavía trepa
las rejas
del insomnio,
y la sueño
abrasada
al sexo del agua
donde se marchita
y revive al mismo tiempo.
Y no tener palabras
para darle
a la muerte otro reposo.
© Darío Oliva
Muy bello " y no tener palabras para darle a la muerte otro reposo"❣
ResponderEliminarExcelente poesía la de Aldo Oliva.... siempre.... una excelencia!!!
ResponderEliminarMuy bueno, Dario y ese final, genial. Gracias
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