Ella murió.
She died,
dice ese poema,
pero no se
refiere a una madre
ni a mi
madre.
Es una
“ella”, alguien, que murió.
No es mamá
en su silla
de ruedas
enojada por
no valerse sola,
retándome
hasta el último día
por mi ropa
o mi pelo.
No es mi
madre,
bella en
verano,
con sus
shorts de algodón
y su top
turquesa,
tomando sol
en la
terraza de haedo,
harta de
ser ama de casa,
de las
deudas,
cosiendo a
mano
impecables
tapados de piel
que otras
vestirán en sus fiestas.
She died,
veo ahí,
pero no es
traducible
para mí esa
frase.
No podré
ser fiel, diré
que ella no
murió,
solo está
lejos, esperando
mi llamado,
mi visita,
que por
pereza
o por tan
ocupada,
yo demoro.
Cuando nos
veamos,
me hará su
caricia, la única
que se
anima a intentar,
recorriendo
mi cara con sus ojos
y con su
índice el borde de mi brazo.
© Daniela Camozzi
Llega hondísimo, gracias, abrazos
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