“Quiero ver el mar…”
Como una
oración junto al muelle
un coro de
largas voces verdes
despiertan
su oficio de blanca espuma,
tus ojos
alzan un templo de arena
al costado
del cielo como si un sueño
saliera de
la cabeza de Poseidón,
demasiado
azul en la conciencia
demasiada
distancia en las encrucijadas,
aún está
lejos el crepúsculo y los árboles
resplandecen
verdes y nos abrazan
con toda su
fuerza de sombra.
Al
regresar, cuando el cansancio
tira el
ancla en el cuerpo del padre,
cuando el
agotado pezón de la madre
trepa la
colina del hastío,
cuando los
hijos suben los escalones
al dolor
del paraíso y se extravían
en las
nubes del destierro,
veremos el
otro mar…
pero aquí
está el mar,
todavía tu
mar.
© Daniel Arias
Bellísimo
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