Temblor
El dolor es
un ángel callado.
La sombra
de todos los gestos.
La comisura
ambigua.
Quién no se
despierta en medio de la noche
ardiendo
bajo la frazada y piensa
en los que
tienen frío.
Hay un
temblor que nos mantiene de pie
nos
deslizamos en nuestra baldosa
como
bárbaros en tierra conquistada.
Permeables
a la inundación de llantos
y al estornudo ajeno.
Y cómo
ponerle cuerpo al consuelo
cuando
abrazarse es un pecado
cuando el
optimismo es un exceso
y las
palabras, una Babel de doble filo.
Es tan
pequeño el mundo
que una
niña musulmana
llora de
espanto en mi patio
y no puedo
prometerle
un cumpleaños sin bombas.
En tanto
silencio crece la hiedra
sobre la
rajadura de la pared.
Es un alto
el fuego.
Y la vida
que sutura.
© Claudia Tejeda
Tu alta poesía grita el dolor porque sabés que lamentablemente el fuego no cesa. Pero el corazón se aferra a esperanzas sorprendentes! Abrazo grande, Alfredo Lemon
ResponderEliminarBellísimo, Claudia. Hondísimo
ResponderEliminarInmenso, hermoso!
ResponderEliminarPoemazo!!!
ResponderEliminarClaudia, querida poeta, "el dolor es un ángel callado", un primer verso para contar la historia, el dolor de nuestro tiempo que no cede, se afianza, nos muestra nuestro débil existir. Abrazo. Marta Comelli
ResponderEliminarHermoso poema, un abrazo a los que sufren
ResponderEliminarPoema escrito con el cuerpo... con todo el cuerpo...con toda el alma. Gracias
ResponderEliminarQuerida Claudia, este poema es entre un grito y un murmullo que denuncia, conmueve y nos deja una tremenda sensación de impotencia.
ResponderEliminarTe anbrazo
Juany Rojas
Cuanto belleza que duele, Claudia!
ResponderEliminarBesosss