A mis abuelas emigrantes
No es lo
mismo decir pájaro que paxaro.
Ni esta
luna es aquella que llevo todavía dentro de mí
en una
redondez de luz.
Y mi cielo
no es el
cielo que hoy engaña el firmamento.
Estoy fuera
de casa y no es lo mismo.
Ni el agua,
ni la lluvia, ni la noche.
Un canto en
otro idioma me vacía
y no puedo
decir verdades con mi voz.
Ni siquiera
el alma de los nuestros
late bajo
la senda del camposanto.
Perfuma
cerca de mí una rosa que no es la que huelo.
Estoy lejos
de casa.
Y a la orilla del mar
—toda loca de buscarme—,
me he perdido.
© Marita Rodríguez-Cazaux
Bellísimo, los/las abuelas y las historias, tengo sangre Española de mí bisabuela materna, sangre Croata de mí abuelo paterno, italiana y Uruguaya. Nadie me contó sus historias. Felicidades 👏👏👏👏
ResponderEliminarMuchas gracias Gus, por este gesto de amorosidad gigante. Este poema está dedicado a dos mujeres que sufrieron el destierro de sus hijos, una de ellas y el exilio en emigración la otra; sin poder jamás encontrar a dicha. Abrazo de corazón.
ResponderEliminarDoloroso y bien expresado.
ResponderEliminarSaludos.
Anahí Duzevich Bezoz