¿Dónde
estás Padre mío?
Es más
ciega la noche cuando me dueles, Padre.
El Hombre
se arrodilla hasta que el hueso cale las espinas,
los
dientes, el ademán huesudo de lo que toco y canto.
¿Dónde los
otros nombres que el milagro redime. El látigo.
Su
estallido en la frente y la boca de la mujer que lava al cielo en su cintura?
Me cabes en
la hendija que tiene la mirada del ángel, su rosa retorcida,
los pasos
en los que el miedo aturde hasta la muerte.
© Hugo Francisco Rivella
Canto herido al Dios hecho hombre, bravo decir hermano... Abrazo grande Alfredo Lemon
ResponderEliminarMuy buen poema
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