Todo convive aquí
la quietud receptiva de una silla,
la grieta del primer escalón
la trampa de contar los minutos,
cada mañana de ir y venir
un gesto que es el mismo y no parece
esa ventana que se empieza a entornar.
El poema de Strand,
las palabras que cambian el rumbo de una idea,
esta confianza que no sé retener.
Cada pregunta que no develaría
el motivo de estar,
eso que insiste, flota comprimido
la esquina donde se agolpa el mundo
se agolpa hasta caer.
Y el deseo, ese otro yo que expande sus sentidos
hace de mí esta nuca que gira,
una energía tibia que me ablanda
y la señal de alerta que frenaba
tu cuerpo sumergido,
el modo íntimo que se vuelve altavoz.
Ahora esta leyenda,
esa memoria de parir sin cuerpo.
Un foco blanco sobre todas las cosas,
el duelo de aceptar tu forma,
cualquier influjo de próximas palabras,
la mirada
que vuelve sobre el tiempo,
el tiempo que no es.
© Ana Lafferranderie
Profundo, muy bueno. Gracias! Alfredo Lemon
ResponderEliminarUna mirada atenta.
ResponderEliminarAna, hermoso poema y sí, haceros recordar/saber que en cada esquina se agolpa el mundo, que cada palabra puede hacernos cambiar toda idea.
ResponderEliminarUn abrazo grande!!